martes, 1 de abril de 2008

Epinomis o el descubrimiento a contrario sensu

Epinomis o el descubrimiento a contrario sensu Alberto Buela (*) En un pequeño diálogo, casi no mencionado y para nada leído, Platón nos deja sus razones por las cuales los griegos eran superiores a los bárbaros. Si traemos a cuento esto es para intentar ver cómo estos requisitos, rasgos o notas características se dan entre nosotros, argentinos e iberoamericanos, con la intención de ver si podemos superar la capitis diminutio : “ese gran pecado mortal de ser americanos” del que nos habla Alfonso Reyes.(Cfr. Notas sobre la inteligencia americana). Cabeza disminuida tanto respecto a nosotros mismos (la famosa autodenigración ibérica) como respecto de otros pueblos (a los que consideramos superiores). Epinomis quiere decir apéndice de las leyes, con lo que ya por el nombre Platón está demostrando que este ha sido un diálogo continuador y complementario al último y más extenso de sus diálogos: Las Leyes. El subtítulo de este brevísimo diálogo es: el filósofo. Pues se pregunta qué es antropológicamente un filósofo; cómo se vincula con la sabiduría y la necesidad de ésta para el legislador. El diálogo puede ser dividido en dos partes: en la primera va a mostrar como la sabiduría es inseparable de la ciencia de los números y en la segunda, estudia la sabiduría en relación con armonía numérica de las divinidades siderales. Esta exaltación a la ciencia de los números y su vinculación con la sabiduría y toda la astrolatría contenida en la segunda parte, ha hecho que antiguamente se atribuyera este opúsculo a Filipo de Oponte y no a Platón, un miembro de la Academia más pitagórico que platónico. Primera parte: Existen tres tipos de artes: a) aquellas que nos permiten adquirir todo lo necesario para la vida – culinario, agricultura, arquitectura, mueblería, ferretería, cacería, etc.-. Pero que “en ningún caso hace sabio a quienes las ejercen”. b) aquellas artes de puro entretenimiento como la poesía, el dibujo, la prosa, la escultura, que “no han hecho nacer la sabiduría en el alma de quien las practica”, y c) aquellas artes cuya finalidad es serle útiles al hombre. Ahora bien, dice el ya viejo Platón “ El más importante y el más extenso es el arte de la guerra pero entra en él mucho la fortuna y el triunfo se debe naturalmente al valor más que a la sabiduría”. Siguen la medicina: “que se apoya en conjeturas inciertas”; la náutica: “no hay entre todos ellos ni uno solo que conozca la causa que levanta o sosiega los vientos”; la abogacía: “todo su mérito consiste en tener memoria y conocer cierta rutina”. Si ninguna de estas artes produce en el hombre la verdadera sabiduría, concluye Platón: “ Sólo el conocimiento del arte de la ciencia del número engendra la sabiduría. Y creo que un dios, más bien que el azar, nos ha hecho la gracia de esta ciencia para nuestra conservación”. Segunda Parte: Y es acá donde Platón se va a ocupar en forma concisa, precisa y tajante de las ventajas comparativas que hacen a los griegos superiores a los bárbaros o no griegos. En primer lugar destaca el clima de Grecia dado que: “es el más saludable para la virtud. Su principal ventaja consiste en que su temperatura es un término medio entre el frío del invierno y el calor del verano”. Y pasa inmediatamente a enumerar los tres rasgos o características de la índole griega por las cuales superan a los bárbaros. Y así afirma: “los griegos con su educación, con el auxilio del oráculo de Delfos y su fidelidad en la observancia de las leyes”. Analicemos los tres rasgos. a) La educación para los griegos no es lo que es para nosotros hoy, en donde educar es llenar de conocimientos la cabeza del alumno. No, para ellos educación era paideia, término que podemos traducir por formación . “La genuina paideia griega, sostiene Werner Jaeger en el libro homónimo, significó la formación del hombre de acuerdo con la verdadera forma humana, con su auténtico ser. Y ese ideal es una forma viviente que se desarrolla en el suelo de un pueblo y persiste a través de los cambios históricos”(1). Se educaba en la transmisión de valores y de ideales de acuerdo a ese modelo ejemplar que de hombre tenían los griegos. b) La recurrencia al oráculo de Delfos como una ventaja de los griegos, nos muestra que ellos no se creen autosuficientes para resolver todos los problemas del mundo y del hombre. Necesitan del auxilio de los dioses. ¿pero qué auxilio?. El del oráculo que está en Delfos, cuyo rasgo distintivo es que no habla, sólo indica y todo ello lo hace por signos. Así nos lo cuenta Héráclito: “El Señor, cuyo oráculo está en Delfos, no habla ni oculta nada, sino indica por medio de señales”(frag.93) . Con lo cual deja a los griegos en libertad para hacer todas las indagaciones racionales que deseen. Pero son investigaciones que no nacen del la arbitrariedad o capricho del investigador como ocurre con muchos de nuestros actuales investigadores sino que nacen de una señal. c) La fidelidad en la observancia de las leyes ha sido el baluarte político que ha hecho de los griegos un ejemplo imperecedero de cuál debe ser la norma suprema para la convivencia política y el logro de la vida buena. Es por ello que Goethe pudo decir de los griegos que su norma suprema era: dichosa la ley que nos hace libres. Esta vinculación entre ley y libertad, incomprensible para nosotros hoy que después de doscientos años de pertinaz liberalismo entendemos por libertad sólo “el poder hacer lo que se quiere”, o lo que es peor aún la libertad del loco, que solo es esclavo de sus pasiones. Existe una distancia sideral entre las razones que da Sócrates para no huir como le sugerían Platón y el resto de sus discípulos, cuando les responde: No puedo desobedecer la ley de Atenas porque ella ha sido mi madre y mi partera, sería como ir contra mi mismo”(Cfr.Critón). Y las razones que esgrimimos hoy todos para evadir la ley. Consideraciones argentino-americanas Si le hacemos caso a Platón que el clima templado es el mejor para la práctica de la virtud. El nuestro, por su variedad, es incluso mejor que el griego. a)¿ Nuestra educación es paideia? ¿Está acaso nuestra educación anclada al suelo de nuestro pueblo? Nuestra educación tiene como ideal la transmisión de conocimientos, de saberes, si son muchos mejor. La curricula está cada vez más cargada de materias al ñudo. Nuestros alumnos y docentes están plenos de derechos y sin casi obligaciones. El Estado, sobre todo el periférico, bajo su forma socialdemócrata se caracteriza por otorgar a sus ciudadanos infinita cantidad de derechos que después no puede cumplimentar por carecer, entre otras cosas, de medios económicos. El maestro como fuente de saber, según el modelo progresista ilustrado que nos rige actualmente en educación ha venido a reemplazar al maestro como fuente de sabiduría. Es decir, aquel que une en si saber más experiencia y la puede transmitir llanamente a sus alumnos. Esto se llama en viejo castellano sapiencia o saber sapiencial. En cuanto al anclaje de nuestra educación en el suelo de nuestro pueblo es lo más alejado de ese requisito. Nuestra educación imita e imita mal. Es como alguna vez dijera Perón: Dejemos de ser un espejo opaco que imita y para colmo imita mal.(Cfr. Proyecto Nacional). No puede existir una educación apropiada sino está enraizada en un suelo. El círculo hermenéutico de la idea de cultura nos está indicado eso. La cultura es un cultivo que da un fruto que sabe y ese saber que es una sapiencia crea una cultura y así sucesivamente. b) ¿Tenemos algún oráculo en Delfos? ¿El oráculo que tenemos señala o parlotea todo el tiempo? El gran oráculo hoy en nuestros paisitos de la América del Sur es la patria locutora de la radio y televisión basura y sanguinolenta. Los periodistas son los modernos oráculos del pensamiento único que viene pensado desde los centros de poder mundial. Ellos son los nuevos intelectuales que al hablar por hablar sin decir que nada es verdadero ni nada falso, en un relativismo cultural que todo lo permite y donde nada es posible, salvo la imitación y la copia, nos zumban al oído las veinticuatro horas del día y como dioses totalitarios nos extrañan a nosotros de nosotros mismos, no dejándonos nunca solos. c) En cuanto a la fidelidad en la observancia de las leyes, el tercero de los rasgos por los cuales los griegos son superiores a los bárbaros. Nosotros no podemos ni siquiera abrir la boca. Nuestras sociedades suramericanas son por naturaleza anómicas. La anomia es la ley. Y de esa anomia generalizada surgen como por arte de birlibirloque nuestros inimputables jueces, nuestros corruptos dirigentes y gobernantes, nuestros cómodos pastores, nuestros extraños empresarios y ocultos banqueros. La conclusión no puede ser menos halagüena. De seguir así, no vamos camino a ser como los antiguos griegos sino más bien a ser un miasma antropológico que en lugar de llegar a ser la raza cósmica que preconizaba José Vasconselos, vamos a llegar a ser la raza cómica, como en nuestra época de estudiantes remedábamos al filósofo mejicano. Todo nos indica que tenemos que cambiar y cambiar radicalmente si queremos existir con vida propia en la historia del mundo. (*) CEES (Centro de estudios estratégicos suramericanos) alberto.buela@gmail.com

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