Cartas de Cooke a Peron
Sobre el espectro político posterior a 1955
Al verse modificados los perfiles de cada componente, las ideologías y los roles
políticos del frente policlasista de 1940, el regreso a esa formula se tornaba imposible.
Cooke estaba convencido que todo aquel político que intentase reconstruir la coalición
de 1945 o retomar los métodos políticos de la década de 1940 era reaccionario e iba
contra la historia y el momento particular del conflicto social en Argentina:
¿En que consisten esas tendencias reaccionarias que tanto me alarman? Algunos casos
concretos mencionados ya en esta carta son bien ilustrativos. Se ha contagiado a una
capa de dirigentes algo así como la idea de que el camino del éxito está dado por una
reconstrucción del frente del 45: el pueblo, la Iglesia, el Ejército. Entonces se han dado
al empeño de presentar al Peronismo como la barrera contra el comunismo y viven
haciendo la apología de nuestra esencia cristiana, occidental y anticomunista. (...) En
otras palabras: esos dirigentes están atrasaditos; algo así como 16 años. La esencia del
Peronismo es el planteo de la lucha antiimperialista y de las reivindicaciones del
proletariado como problemas básicos. Ud. Vio donde nadie veía; leyó la historia con
una página de adelanto. Entones unió las esperanzas dispersas, los pensamientos que
no habían conseguido traducirse en acción política, las frustraciones de los hombres,
sus sueños, sus instituciones de que había una salida al asco de la década infame y al
círculo vicioso de los partidos sordomudos frente a los dramas reales. En esa
coyuntura, por diversas causas el Ejército y gran parte del clero nos apoyó; aquel
porque, aún cuando incapaz de comprender los cambios sociales que luego ocurrieron,
eran nacionalistas; Los curas, porque del otro lado estaban los enemigos tradicionales:
masones, librepensadores, socialistas, anticlericales, etc. Tuvimos que sufrir el lastre
de los piantavolos del nacionalismo sacristía, y algo se compensó con el apoyo de los
curas. Pero cuando el asunto de la justicia social tomó aspectos concretos, y en lugar
del habitual palabrerío paternalista y de las inocuas encíclicas hubo una redistribución
de riqueza y, muy importante, una redistribución del poder social, perdimos los aliados
eventuales y postizos y nos quedamos con lo medular: el pueblo desposeído. (Tomo II,
pp.191-192)
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